Hermes Binner
El “querer”, lo sabemos, es volición, deseo, proyección -tácita o no- porque el “querer” es, antes que nada, un claro anhelo interior. El “pedir”, correlato verbal del “querer”, es la enunciación del deseo, del objeto (material o inmaterial) que se pretende obtener de otro capaz de proveerlo. Es decir: del “querer” pasamos al “pedir” explícito, al “pedir” lo que se quiere a quien, se supone, puede concederlo. Pero la declaración de Binner, en este punto, se vuelve reveladora en su significado, en su sentido: “una cosa es que otro quiera o pida y otra que yo pueda”. Es decir: el gremio docente puede “querer” y “pedir” un aumento, pero no por eso va a “poder” conseguirlo. Por supuesto: su “querer” no es “poder” porque tal aspiración no es autosuficiente sino que depende, sin dudas, de otro que lo facilite, que lo brinde. Y así sucede en muchos órdenes de la vida: el niño quiere un juguete oneroso, lo pide, y su padre le responde “no puedo comprarlo”. Juan quiere la paz en el mundo, pero no alcanzan las buenas intenciones de un quidam para que los señores de la guerra puedan detener sus escaladas de odio y sangre.
Por otra parte, en un análisis lógico, comparando los enunciados transcriptos, podemos observar la evolución en el pensamiento de nuestros dirigentes provinciales. Para Reutemann A es igual A mientras que, para Binner, A es A y B es B. La ampliación de los términos es una demostración de la capacidad asociativa del gobernador en funciones. Claro: una cosa es el agente del deseo, el que pide, y otra cosa es el benefactor, quien puede otorgar lo que se quiere o pide. Por lo tanto, y trasladando la premisa del “querer es poder” ya no al agente del deseo sino al benefactor, la pregunta que surge, obligadamente, es: “¿no quiere o no puede?”, pregunta para la cual, al menos en la declaración trascripta, no tenemos respuesta. Afirma que no puede, y es lícito creerle, pero ¿quiere? Dejémoslo ahí: no puede respondernos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario